De aquella noche en las Hébridas escocesas no recuerdo un
frío intenso. Salimos tapados hasta las cejas pero pronto nos descubrimos los
rostros. Conscientes del enorme privilegio que supone la soledad de un lugar
tan remoto, nos separamos en la oscuridad sin apenas comentarlo.
Sorprendentemente, un cielo despejado lucía un millar de brillantes estrellas.
Recién descendida la marea, la arena mojada, refleja el firmamento en un espejo,
como si el cielo llorase, como lágrimas en la arena.
No suelo relacionar momentos fotográficos con melodías pero…
reconozco que aquella noche, me vino a la memoria el estribillo de una canción
de juventud.
Curioso es que una vez en casa, visionando la fotos nos
percatamos de la presencia de las luces del norte, y eso que las buscamos…
Preciosa portada. Felicidades
ResponderEliminarGracias Tony
EliminarImpresionante, aunque no consigo saber a que se deben esos reflejos alargados de la arena.
ResponderEliminarGracias Mikel. Son consecuencia del reflejo de las estrellas sobre la arena mojada y la larga exposición.
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