Esta esbelta ave siempre me a
parecido tremendamente fotogénica. Su plumaje blanco le proporciona un porte
elegante y distinguido que, junto a sus lentos movimientos y sus poses al acecho de presas, muestran instantes de gran belleza.
Destacar el par de plumas alargadas en la nuca, un penacho de unos quince
centímetros que exhiben los individuos en época de reproducción así como un
grupo de plumas filamentosas y desflecadas en el pecho y el dorso, llenando los
encuadres de una sutil delicadeza. Curioso es que antaño fue víctima de una
intensa persecución que tenía por objeto obtener sus vistosas plumas
ornamentales, usadas en la fabricación de sombreros.
Son zoófagas y su dieta se
basa en pequeños peces, anfibios e insectos (tanto larvas como adultos)
acuáticos y terrestres. En menor medida consume crustáceos, lagartijas,
lombrices, caracoles, pequeños mamíferos y culebras, buscando sus presas de
forma activa, caminando por terrenos fangosos y removiendo nerviosamente el
limo con las patas para desalojarlas de sus escondites. Cuando sus presas pasan
cerca, estira el cuello con rapidez y lanza con precisión su terrible pico.
Los ejemplares no
reproductores carecen de tales ornamentos y el fragmento de piel desnuda junto
al ojo es de color gris azulado o verdoso. Este trocito de piel se muestra de
un amarillo intenso en época de cortejo.
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