La reflexión y la capacidad crítica es un rasgo distintivo
de los seres humanos desde donde analizamos y tomamos decisiones. Razón,
mente… son elementos que siempre se han asociado a la capacidad reflexiva… pero…
reflexionar ¿sobre qué? y ¿para qué?…El primer paso quizá sea respondernos al ¿sobre qué?… ¿Cual
es el verdadero objeto de la reflexión?, ¿a qué queremos mirar?, ¿qué queremos
conocer?. La importancia de conocernos a nosotros mismos para hacer así un
ejercicio más auténtico y honesto en nuestras relaciones personales, con
nuestros amigos, en el ámbito familiar, con nuestra pareja, en lo laboral… Conocernos, repercute en cómo ejercitamos nuestra consciencia en aquello en lo
que estamos implicados. El siguiente paso es, respondernos al ¿para qué?. Iniciar un
proceso de conocimiento personal. Reflexionar nos ayuda a conocer, nos
identifica como seres inquietos, capaces que aprender. La reflexión nos ayuda
también a poner claridad en aquellos aspectos de nuestra vida que pueden
parecer confusos y puede ayudar a clarificar contradicciones o conflictos
internos que nos angustian y nos provocan ansiedad o temor.
Los animales con cerebro disponen de un dispositivo natural
para calibrar las modalidades sensoriales, lo que les permite producir
representaciones mentales de los objetos externos, memorizarlos e incluso
engendrar conceptos, según la psicóloga Joëlle Proust, especializada en conocimiento
animal. Su trabajo obliga a redefinir las nociones del pensamiento, conciencia
y lenguaje, si bien constituye un motivo de reflexión sobre la representación
mental que los humanos tenemos de los animales no humanos. Esta constatación es válida para los mamíferos, pero también
para las serpientes y los pájaros, si bien los grandes primates son los que
ofrecen unas capacidades mentales más próximas a las humanas. De todas formas, las investigaciones sobre el espíritu o la
mente de los animales resultan complejas porque obligan a redefinir la noción
de pensamiento, conciencia y lenguaje. Por este motivo, las conclusiones de Joëlle Proust no deben
ser interpretadas literalmente, en el estricto sentido humano, sino en un
sentido semejante que, en cualquier caso, invita a la reflexión sobre la
representación mental que los humanos tenemos de los animales no humanos. Estos descubrimientos deben iluminar los comportamientos
humanos sobre los derechos de los animales y contribuir a redefinir nuestras
relaciones con las especies llamadas inferiores.
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