Pentagrama natural

Si eres amante de la naturaleza, seguro que te fascinan sus sonidos y si eres un amante de la naturaleza y de la fotografía, puede que… ¿hasta los veas escritos? Titulé a esta foto: “El origen del sonido” y es que, siempre que la observo me imagino que así podría la naturaleza haber escrito su propia partitura, que las notas musicales en proceso de “gemación” se desprenden y caen sobre un pentagrama de preciosos tonos rojos y amarillos…  La realidad de la escritura musical también tiene su encanto. En la Edad Media las notas se nombraban por las primeras letras del alfabeto: A, B, C, D, E, F, G. Pero fue el monje benedictino Guido de Arezzo quien les dio nombre como hoy las conocemos. En su monasterio se cantaba un himno en latín a san Juan el Bautista, llamado el canto Ut queant laxis, que tenía la particularidad de que cada frase musical empezaba con una nota superior a la anterior. Entonces, Guido de Arezzo tuvo la idea de nombrar a las notas musicales usando la primera sílaba de las primeras palabras de este canto latino: Ut queant laxis, Resonare fibbris, Mira gestorum, Fámuli tuorum, Solve polluti, Labii reatum. Años después, Giovanni Battista Doni sustituyó la nota UT por DO, pues esta sílaba se adaptaba mejor al canto. Y después a finales del siglo XVI, fue introducida por Anselmo de Flandes la séptima nota, que recibió el nombre de SI tomada de la frase del canto, Sancte Ioannes. Me gusta la idea de un pentagrama natural, me gusta fotografiar, me gusta aprender… me gusta imaginar.