Conducir 1600 Km en
un fin de semana con la intención de fotografiar un pequeño pajarito de 14 cm de
longitud y 12 g de peso puede parecer una locura pero no… no lo parece… lo es. Si
le sumas que desconoces su localización exacta, que no tienes contactos en la
zona , que intentas fotografiarlo sin ningún sistema de aguardo, en fuertes
desniveles y cargando con un 500mm con duplicador… y para rematarlo, el pajarito recela con facilidad, tienes todos los números de volverte a casa
sin una triste foto. Son de esas situaciones que ponen a prueba tu vocación de
fotógrafo de naturaleza y que poquitos pueden llegar a entender… muy poquitos.
El
pechiazul muestra un claro dimorfismo
sexual. En machos, mentón y garganta azul metálico con medallón blanco en el
centro (aunque en España el babero es totalmente azul en muchos machos),
seguidos hacia la parte ventral por una banda estrecha negra, otra blanca
(inexistente en L. s. azuricollis) y otra mayor de color rojo. En plumaje no
nupcial, el babero azul casi desaparece. La hembra carece de babero azul y
presenta un collar de puntos negros, ocasionalmente manchado de puntos azules. Es una especie muy territorial, tanto en época de cría como fuera de
ésta. El territorio es defendido por los machos. Por otro lado, ambos
sexos son solitarios fuera de esta época. Existe jerarquía social
acentuada, la cual condiciona el acceso al territorio, al alimento y a la
pareja.
En España se detectan machos en celo desde marzo (normalmente a partir
de mediados del mes). El nido se sitúa en el suelo o a baja altura en zonas con
vegetación muy densa. Aspectos como el número de polladas por año, éxito
reproductor, estructura y dinámica de las poblaciones ibéricas se desconocen. El
macho emite un canto de celo (la hembra sólo lo hace parcialmente) cuya
intensidad máxima se da en el momento de llegada al lugar de cría y en el de la
puesta, siendo mucho más sutil en el área de invernada. El canto se lleva a
cabo desde un punto alto y visible e incluso en vuelo, normalmente nunca desde
el suelo. Tras la puesta, el canto es mucho menos conspicuo. Nidifica en áreas
montañosas donde ocupa preferentemente zonas de piorno (Cytisus spp.), brezo
(Erica spp.) y jara (Cistus spp.), generalmente entre 1.200 y 2.000 m de
altitud. En paso migratorio es habitual en carrizales y humedales. La densidad
promedio en época de cría es de 1,3 aves/10 ha. El tamaño de las poblaciones
nidificantes en la Península Ibérica se estiman en 9.000-12.800 parejas y la
tendencia de la población se desconoce.
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