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jueves, 21 de julio de 2016

El Ruiseñor pechiazul ( Luscinia svecica)


Conducir  1600 Km en un fin de semana con la intención de fotografiar un pequeño pajarito de 14 cm de longitud y 12 g de peso puede parecer una locura pero no… no lo parece… lo es. Si le sumas que desconoces su localización exacta, que no tienes contactos en la zona , que  intentas  fotografiarlo  sin ningún sistema de aguardo, en fuertes desniveles y cargando con un 500mm con duplicador… y para rematarlo,  el pajarito recela con facilidad,  tienes todos los números de volverte a casa sin una triste foto. Son de esas situaciones que ponen a prueba tu vocación de fotógrafo de naturaleza y que poquitos pueden llegar a entender… muy poquitos.


El pechiazul muestra un  claro dimorfismo sexual. En machos, mentón y garganta azul metálico con medallón blanco en el centro (aunque en España el babero es totalmente azul en muchos machos), seguidos hacia la parte ventral por una banda estrecha negra, otra blanca (inexistente en L. s. azuricollis) y otra mayor de color rojo. En plumaje no nupcial, el babero azul casi desaparece. La hembra carece de babero azul y presenta un collar de puntos negros, ocasionalmente manchado de puntos azules. Es una especie muy territorial, tanto en época de cría como fuera de ésta. El territorio es defendido por los machos. Por otro lado, ambos sexos son solitarios fuera de esta época. Existe jerarquía social acentuada, la cual condiciona el acceso al territorio, al alimento y a la pareja. 


En España se detectan machos en celo desde marzo (normalmente a partir de mediados del mes). El nido se sitúa en el suelo o a baja altura en zonas con vegetación muy densa. Aspectos como el número de polladas por año, éxito reproductor, estructura y dinámica de las poblaciones ibéricas se desconocen. El macho emite un canto de celo (la hembra sólo lo hace parcialmente) cuya intensidad máxima se da en el momento de llegada al lugar de cría y en el de la puesta, siendo mucho más sutil en el área de invernada. El canto se lleva a cabo desde un punto alto y visible e incluso en vuelo, normalmente nunca desde el suelo. Tras la puesta, el canto es mucho menos conspicuo. Nidifica en áreas montañosas donde ocupa preferentemente zonas de piorno (Cytisus spp.), brezo (Erica spp.) y jara (Cistus spp.), generalmente entre 1.200 y 2.000 m de altitud. En paso migratorio es habitual en carrizales y humedales. La densidad promedio en época de cría es de 1,3 aves/10 ha. El tamaño de las poblaciones nidificantes en la Península Ibérica se estiman en 9.000-12.800 parejas y la tendencia de la población se desconoce.


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