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lunes, 25 de abril de 2016

“Bruixol” o Anémona de los bosques (Anemone Nemorosa)


En esta época del año se extienden como alfombras florales, en sotobosques de árboles más o menos acidófilos como robles y hayas en suelo fresco y húmedo pero su fantástica belleza fotográfica contrasta con su carácter tóxico.
La anémona contiene un glucósido, la ranunculina , que se descompone en una sustancia venenosa, la protoanemonina por la acción de un enzima. A partir de esta surgen otros derivados no venenosos como la anemonina o el ácido anemónico. Las propiedades venenosas de la planta quedan anuladas cuando esta se seca.


Aunque prácticamente ya no se usa, se prescribía hasta hace poco para el tratamiento de las cefaleas, enfermedades del tracto respiratorio y de la gota reumática. En la edad media, se decía que los baños con una decocción de esta hierba curaba la lepra.
En uso externo se ha empleado para el tratamiento de enfermedades reumáticas aplicando el zumo de la raíz y las hojas de la planta tierna sobre la zona afectada, en forma de ungüento obtenido por maceración en vinagre o alcohol.


Su ingestión en grandes cantidades puede ser mortal. El contacto o la aplicación del jugo concentrado puede producir desde un simple picor en dosis bajas hasta la aparición de ampollas sobre la piel que pueden llegar a necrosarse.

La ingestión produce dolor de estómago, nauseas, vómitos, diarreas y dolores de cabeza. En fuertes intoxicaciones, confusión mental, entumecimiento de los miembros, hipotensión, calambres, parada cardiorespiratoria y muerte. Resulta tóxica para el ganado que consume pastos donde aparece esta planta, produciendo trastornos digestivos y respiratorios que pueden conducir a la muerte.


Nada es lo que parece... verdad.

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